Sweet

Prólogo Hace unos años conocí a un chico, específicamente 2 años. El se llamaba Logan, bueno se llama aun no murió. Salimos por meses y luego nos hicimos novios. Y todo era MAG NI FI CO. Nuestra relación por unos años pudo ser descrita como perfecta, él parecía tener ojos solo para mi y yo para él. Calificaba la relación como “Mágica” pero desde luego, todo hechizo tiene su fecha de caducidad. La de Cenicienta era medianoche, la mía tenía un año y dos meses. Las cosas ya no eran como antes, él comenzó a salir mucho más a fiestas, comenzó a juntarse con gente que se drogaba y fumaba mucho. Lo vi cambiar delante de mis ojos y no pude hacer nada al respecto. Se supone que si yo amaba a Logan debía amarlo aún con sus cambios, ¿No?  Pero entonces me consulte si de verdad lo amaba. Porque la versión actual de él no me agradaba. No podíamos tener conversaciones, el sexo se convirtió en algo no agradable, muchas discusiones, citas malas y me iba succionando la alegría con la cual era caracterizada. El chico cariñoso, atento, simpático e inteligente se convirtió en agresivo, mujeriego y un poco malvado. Y cuando creí que todo podría mejorar nuevamente, solo empeoro. Ahora no solo había errores de Logan, sume unos cuantos. Luego de una fuerte discusión entre nosotros, no tuve mejor idea que irme en plena fiesta y terminar haciendo el amor con otra persona.  Más tarde, todo cambió cuando mi periodo se atrasó y cuando de repente me sentía mareada o con náuseas matutinas. Mi mejor amigo al notar esas señales, me dijo que podría tratarse de un embarazo. Así que corrí a una farmacia y me compré tres test que más tarde dieron todos un mismo resultado. POSITIVO. Estaba embarazada y no había duda alguna que el padre de mi bebé era Dawson. Alias de Dawson: Mejor amigo de Logan. Alias de Logan: Mi novio. Una situación bastante difícil.  Una solución un tanto complicada.  Un final inesperado.